Gasoil

A todos nos gustan las sorpresas.
Soy un ferviente de las mismas.
Regalos dentro de cajas.
Papeles de colorines.

Lazos mal hechos.
Nudos marineros.
Celos que no pegan.
Precios dejados con premeditación
o descuido.

En fin, él sacó del maletero
una bolsa insulsa
y dentro una horripilante maleta
de las que pesan un huevo,
de las que no caben en las compañías baratas,
de las de color pastel
para que luzcan mejor la mugre
adherida de los andenes,
aeropuertos, aceras, trenes,
paradas de bus, y aseos.

Una maleta gigante...


No juegues con fuego
dijo mi voz cabrona dentro del cerebelo.

Una maleta,
puede viajar a muchas partes.


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