Síndrome de abstinencia

Ser la pareja de una adicta
no es fácil, y aunque no consuma
el poso en momentos difíciles
se revuelve entre sus tripas.

Él, me dijo, de bueno tonto.
Y en la abnegada beatificación
reconozco que no me porto bien,
en ocasiones.
Ocasiones azules
o bergamotas.

Soy poeta, sí, es el diagnóstico
parricida, de una neutralidad de extremos.
Llevo un tiempo enferma
y lejos de culpar al mundo,
estrecho el cerco de las probabilidades
que originan este estado disidente.

La adrenalina, forma parte de mi equipo,
y a veces cariño, me aburre la parsimonia
de las horas. Sé que no coincidimos
en nuestras labores. Pero, te prometo
que eres mi única familia. Por eso perezco
en coles de Bruselas, cuando no estoy
en la lista de la compra.

Sé que no soy fácil de leer, que las palmas
de mis manos tiene varias carreteras y
puentes. Necesito retos, continentes por
conquistar y tu torso cubriéndome
el miedo.
Soy déspota. Te pido perdón como yo te
absuelvo de tu "infedilidad".
Mientras tomo media anfetamina blanca.
Logré desengancharme
y ahora que la rutina me corroe
la ha traído el otoño a mi estómago.

Demasiados labios partidos.
Fisura de costilla.
Degeneración mácula por un ring.

g
O
t
A caída del techo.
Asco contra el suelo.

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