Verdad procesador

Nuestro amor se ha convertido en nuez
moscada.

En piedra pómez para pulir
al alcornoque. Y debe haber mudado
un día de la semana de esos fósforos.
En que prendes el paraguas
y no llueve. Y cruza la calle
el motorista de una pizzería
tan veloz que crees que ha roto
el sonido de la noche del alma de los cretinos. Húmeda
y ruinosa, entre contenedores
que han sido profanados
y la delicadeza de los bares de copas
que recogen las sillas y las mesas
de las terrazas tabacaleras.

En qué ha degenerado nuestro amor,
si prefiero estar sola,
si tu cara se oculta cuando toso.
Si tu cuerpo me esquiva
y el ardor se refresca con ginebra
y dos cucharadas de sarna.

No sé si puedo fingir más
tus despropósitos,

la neurosis,

el sarro,

los pavos reales danzando
sobre nuestra cama.

Tengo experiencia en muerte de alianzas,
te tratan como a un plato frío,
te ignoran mirando al reloj
y comulgan con la necesidad.

Y abro la puerta de tu casa.
Me vuelvo a la mía como quien gira
una página.

Sin besos, sin caricias. Sin sexo.
Yo no puedo vivir
para una foto
y ser la raspa
de la sardina.


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