Quiero largarme a Gibraltar

Y luego dicen que la poesía es patética,
que pocos la leen y que de un trozo de tela se confeccionan fundas nórdicas y sacos
de dormir.

Qué la poesía no existe,
que la narrativa impera
y lo tangible, tochos de 300 páginas,
constituyen a la propiedad del pueblo.
Las novelas que entienden.

Y luego exclaman el anacronismo
de creer en la poesía.
Los versos fecales.
La rima de electrocardiograma.
El ritmo encéfalo. El falo sin ley.
Resulta que ahorita
se ha mudado al pueblo.
Con la metáfora aislante.
Con la alegoría de la porra.
Con el simbolismo acuífero.

La poesía de un pueblo o dos, o tres.

Capaz de exterminar en su empeño.

Comentarios

Entradas populares