Gran bola de fuego

El sol cae y la ciudad apaga
su sed de astronomía,
mientras los semáforos
roban tiempo, y dentro de los garajes
motores secos se mojan
de camino. Vuelve el toldo a abrir
su parpadeo a la noche, las luces
tímidas, invitación a mosquitos,
disparan sus contadores
en una guerra ciclista de vaho,
de huevos cocidos,
de irritabilidad en proceso
de trueque.

El sol cae y nosotros,
el campo más grande de fútbol, ludópatas
contra el cálido arrecife

Añoramos la playa,
el mar cobalto,
el frescor taciturno del aire
con el rugido cambio
de clima. Pero, es más bonito,
decir: bonito y dormir con el sudor
de casas voladoras.

De casas voladoras
por el ruido de tripa
de la incertidumbre.

Ll.Ll.

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