Tránsitos nocturnos.

Me he acostumbrado a dormir contigo,
y ahora, la cama grande,
me parece una balsa en el océano.

El hielo de esta casa popular 
me conduce a la habitación cápsula,
dónde la estufa y su poligonal armonía
me dan cobijo y sobre todo seguridad.

Cuando te explico que contigo duermo sin miedo,
tú jocoso me miras con la incomprensión,
de los que no han dormido con el corazón
en un vaso ahogado.

Apenas un sueño
despiertas rota en pedazos de memoria,
sudorosa, con ganas de salir con la huida de las estrellas.

Como un bicho bola, con los pies gélidos,
añoro el otro lado del río, donde duermes plácido con los ángeles
que siempre yacerán a tu vera.

En cambio, dormir con los demonios del pasado,
una asiente y pacta con ellos,
para que te miren y no te molesten en el trance diario
de olvidar la consciencia.

La almohada arrima y los ojos en pétalos cerrados.

Pensando que mañana
será 
otro despertar, pero, no otra vida.



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