Ánade

Qué pequeño el corazón
bajo los radios
del recorrido divergente.

Córdoba con su perfil de fruto
abre de río en rama
lo que de germen hoja renace
de este hombre del cual
enamorarse de su respuesta
conducta inevitable es.

Cómo no amar al remo.
Cómo no venerar la raíz que lo sostiene.
De conjuro de mudo.
De nuez a su garganta.

Del que repara y no agreste,
pues,  nadie del cuidado
sale indemne,  y por fin el amor
se ha engalanado de rojo beso
y las ciruelas
que sanan
del escorbuto a la soledad

con sus esbirros.

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