Meditación

Tantas hierbas, como personas
cada una en su esencia de sanación o veneno, aquí postrada en cubierta
nueve horas en vela
para ser una migaja del cosmos
para exorcizar cada una de las vivencias
en este cetáceo de metal.

Podría pensar que soy una corsaria
el amante de Barbarroja
el poro del vello antes del esputo
en la mandíbula.

Necesitaba este sortilegio
notar el frío
de verdad, y no el procedente de la soledad
ahora que el día enciende hoguera naranja
y el mar está en calma de agua diazepam

Sé que piensa en mí, aunque su boca
no sea más que un vergel de espuma
de perro.

Sé que nombra en sueños.

Las sirenas son motas de sal
en esta despedida que no tuvo despedida,
de Mediterráneo en confrontación a los montes
de su voluminosidad.

En este hombre nuevo que cobija mis restos,
de girasol bordado sobre hombros,
de labio pérfido,
de maneras de acabar con el amor
en suicida
arrojando las letras al folio
con la ira, de no conocer ya nada.

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