Bienvenida Afrodita.

El mundo no existe, se trata de casas con puertas
con pasadizos a la vida 
de las ventanas que miran al cielo.

Entre la puerta y tu cuerpo desnudo
abre paso la tierra
a  una gota de lluvia suspendida entre la nube y el césped.

Abres la puerta, y tus ojos miran
a la gota de lluvia, que debe abandonar 
en el umbral las armas.

Dejar las letras que apretadas huyen
como lombrices entre los dedos,
y vestir con telas charoles
las redecillas sin peces,
entre la puerta y tu cuerpo desnudo, el sol.

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