El ven-edicto de Venecia.

Esta melaza que recorre mi paladar
de las ganas impetuosas de salir atolondrada
por las calles de farolas que a la luz no existen;
y declamar al vino, a las rosas,
a la intemperie de sembrados de muelas,
la sentencia de su nombre a las golondrinas,
a las bases militares de todos los antros urbanos.

Y correr desnuda por la playa
como una niña deseosa de pisar la arena
y sumergir su cuerpo entre el cultivo de atunes y cetáceos.

Correr desnuda de su mano, como niños
hambrientos de vida.

Tender su nombre en la puerta de la casa
que ya es suya, compañero, de ojo de buey y pequeños submarinos
que flotan con canciones de gaviotas
y el jazz colándose dentro, dentro, muy adentro.

Gritar placer en italiano.



Comentarios

  1. ¡Ah, qué sorpresa!
    Pensaba que de placer gritabas en polaco.

    Felicidades, tiene mucha vitalidad este poema.

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  2. Jajajajaj Vuelva a leer su señoría. No confndir la ficción de las realidades humanas,

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