Enemiga.

La cobardía en la plaza
se arrima al burladero en estampa circense.

Pues, si en este feudo un reverendo hubiera,
un salvado del mundo
creo que manco a Santo Tomás de Equino
usted personificaría ante su cinismo;
musitando incrédula
cuando barro la muda 
después de leer la misiva.

Para decir higo, mijo, huevo
que todo es una cortina de niebla de discoteca 
fruto de la imaginación
si quien solicitaba
era usted en la manufactura.

También Judas
era amigo del sacrificado,
suele ocurrir a los que viven de apariencias y apariciones
y muestran vergüenza ajena
a los que de verdad nos quieren.

Porque la palabra lanzada
a mala sombra
tapa hormigueros
y oculta lo interesado
que fue usted conmigo.

Es tan bonita la guerra contada por el vencejo.

Podré proveer en larga magia de otoño.
Mi trabajo me cuesta
horas de insomnio
por la crueldad
que demuestra a deshoras.

Se puede meter el calificativo
por el vernáculo.

Y si no vuelve. Qué esculpan
su cara
a la estatua de la pubertad.
Quizás su ego se complazca
y olvide, que un amigo no desprecia
que respeta la ayuda,
la vinculación de la caverna.

Poema a poema,
desgranado en su sangre
porque esa es mi ciudad.
Y en ella
quemo, edifico y rezo
al beato
que me apetece.

Si sólo queda
este camino de teclas
arácnido
féretro
de tipografías tocadas
con los mismos dedos lamidos
por  la boca
con el salmo que tanto le gustaba
orar conmigo.

Así que antes de meter en la herida
su sorna
compre una bandurria
y viaje a las cruzadas.

En busca de otro objetivo, Señor sin caballo.


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