Caos, no gracias.

I

Me gusta la gente con heridas emocionales.

II

He visto una mujer iracunda
con la boca de cepo entonando arias
a un hombre en prerrogativa interpuesta
con golondrinas que salían de su laringe.

Dentro de un coche en llamas 
delante de la estación trenícola.

En una intensa pelea, 
insonorización de cuatro puertas 
y las luces en intermitencia: 
tum tum, tum tum, tum tum, tum, tum, tum, tum.

III

Me gusta la gente, y no provocar más heridas.

IV

Y ella, mi propio desdoblamiento
en tímpano adjetivo.

Inmadura.
Inmadura.
Inmadura.

Rebotando en las ventanillas
la denominación
a no entender la anarquía poética.

Inmadura de tez lima, de  limón cetrino
fuera de época;
la naranja contra el suelo antes de vísperas
por la granizada.

Inmadura.
Inmadura.
Inmadura.

V

No puedes herir mi corazón porque no te pertenece
en herida constante
cayó por el alcantarillado
alegaciones de incumplimientos de normas
cuando mi única ley
gesta el ruido de mi estómago cuando tiene hambre
a la argucia de origen
de largarme cuando me dará la gana.

No, no lo has entendido.
Le dije a los patos
con careta de submarinista
que salían de su glotis.

Nunca, he sido tuya,

VI

Mi herida, gangrenada.

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