Sin título.

Has hecho que floreciera el cerezo. Que de las manecillas del reloj brotaran hojas. Me soportas en tu fragilidad y sostengo la talla que aguarda nuestro encuentro, como explicar que has nacido de detrás de un muro que quizá ya había levantado alto y que ni siquiera a los pájaros dejaba anidar su primavera. Te he conocido en el momento exacto cuando el león observa tras la, y yo ya, en fin, esta tarde cuando tu tórax me reclamaba y ola trocada de lejanía. Caminando por esta ciudad que no es nuestra, me he dado cuenta que en lluvia sagrada me disloca tu libro. Quién te ha hablado de mí. La agorafobia, mi complejo de Electra y que un día escribí tus palabras: seré tu serpa y te guiaré por la montaña. Yo no estoy enamorada, tú tampoco, pero, no importa, el mar, también, duda que sepa que sea salado, Pasear por tu boca, con la lengua de la idiota esperanza , los gorriones y  los rincones secretos de tu corazón avellana.

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