Blanquilla aspartana.

Inimaginable el dolor cuando se diluye en sacarina,
poco a poco duele menos,
y aunque la boca tiene hambruna,
la lengua: sed,
y los ojos buscan su campo.

Una guarda el recato
dentro de pañuelos de celulosa,
lo envuelve,
y nota cómo la humedad
adormece el cuerpo hasta el despertar 
del día siguiente.

En forma de placebo
el recuerdo supura el comprimido blanco
que parece azúcar, pero, es una gran mentira.

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