Derecho foral.

Acaso la bellota pide permiso a la tierra donde cae
y la hoja para abrir paso en la rama,
usted cree, ciertamente amigo,
que la nube paga tasa por aduana
cuando atraviesa el monte de otro país
y que el agua anarquista
por la fragua es dirigida por la gravedad.

Ella alborota borbotones a su antojo
igual que la gaseosa con un planeta
de hielo cuadrado.

Mi lengua
que osa ser menor en la pregunta
y en esa incomodidad
el árbol sostiene,
el pico cala,
de solícita si a usted soy de su agrado.

Si en mi firmamento
luce una cabina
con destino a un aeropuerto
a Niza.

Qué hacer yo puedo.

Si brota, brolla, brinca y bendice
en este corazón
lo que nunca se había propuesto.

Acaso sabe la raíz su maceta,
acaso, por si fuese necesario este pleito
cuando de mi pecho salió una semilla
ignorante pero creciendo vaina, río, lluvia.


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