La cerilla y la llama.

La deflagración
ascendía espiritual
en calcinadas maderas
de la mujer
que nunca estrenó
los zapatos amarillos.
Caen guisantes,
en antorcha,
siempre con la misma costumbre,
de los que
dejaron las luces encendidas del baile.
Y caminamos
por el eje papilla
sin saber de qué hablan
las bocas dentro de los autos
con guanteras en cueros.
Accidentes con el valor
según la lista de la compra,
el gas y su ritmo angustioso
metido en vela.
Que son las cuatro
de la tarde en Tarifa
y de repente en un comedor,
empapelado de voto,
no ocurre nada.
La guerra usa compresas
sin alas y queda lejos
de este bar con cervezas
a un euro.
La chispa en cualquier
instante.
La deflagración.

Comentarios

  1. Me dan pena esos zapatos sin estrenar y su dueña chamuscada.

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  2. Es un poema referente a la política de este país, a mí, también me da pena.

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