Una noche sin dormir desde Hann (Carta).

Los unicornios viajan en muros de contención,
vi su cuerno mástil sin estandarte
y la falta de su entero 
cristalizó el lunar, la grieta del perder astrolabio.

Así sufre el corazón atravesado
por junco, la inutilidad de tender el alma
sin rueda de respuesta, y que
cada ordenador, calienta voces,
archivando demasiadas fotos en el recuerdo.

No cesa el galápago.
No interviene el corte al suministro
eléctrico coche de tu hermosura macha
devorando las mazmorras
hacia gallos que señalan el norte.

Aquí, rodeada de la belleza pila del río Rhin,
una aprecia la insectología freudiana
y nada campo a toda imaginación concentrada.

¿Qué sientes?
Ahora, que lejana
la armadura late hueca.

Qué sientes, de la palidez de la tarde
encostrada en mis rodilla de comba.

Decir que mi pijama decora el domicilio de mis vanidades,
pero..., materia-deshecho-reciclado
hasta los empeines de mi cauce-herida.

Pensar en nuestra sintonía de hombre bergante
y la pequeña barca chocando, chocando,
chocando que de la calcárea afrenta a la eslora
se encienden todos los pilotos de los interruptores
de la central de Urano
de las estancias sin espíritu.

¿Cuándo expirará este amor?

Te sigo amando eléctrica Electro,
punto de luz y fuga, mientras haya vida.







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