Yellow dreams

La tristeza tiene el color de la ictericia,
(según León Felipe el amarillo es el de la bestia)
y en el cielo se observa a la luna
partida por una sierra eléctrica.
Su otro pedazo habrá caído en un corral de gallinas
y es picoteada en forma de cráteres acnéicos.

La tristeza está en la cara de todas las hamburguesas
y en su bostezo perenne,
la arena movediza en el helado que nadie quiere
derretido dentro de sus sarcófagos
sin haber probado
el pecado de la lengua
y su gula.

No voy a hablarte.
Y por eso soy una llama de huevo.
No voy a escribirte.
Y por eso el submarino tiene brazos y piernas pesadas.
No voy a rogarte.
Y por eso ya pareció la última sumisión, un limón a punto de abortar.
No voy.
No.
Es el canto de la guerrera
de luz azafrán y escarmiento
que miras de frente
y ves meseta, páramo, folio.
Soy más de lo que perfilas.
Mis alas están resguardadas
tras los hombros.
¿De qué color serán?
¿Blancas o negras?
¿Y en el centro de su médula habrá una cobra?
Yo siempre te salvaría del precipicio, del incendio.
Pero tú
me dejas oro líquido, aceitosa,
atada a las vías de todos los trenes.
No voy a mendigar.
Ciertamente soy una flor sin tallo.

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