Tú no eres un Tanaka.

Las palabras pueden ser proyectiles
y he de dar las felicitaciones,
sois el mejor grupo de élite de asesinos


Tengo el hígado acribillado
y sangra mi boca, por toda la moqueta.

Qué queréis de mí,
fui la víctima
y él se alzó como el glorificado.

Cuando regreso, una losa se mueve
y él retruena por todas los trasteros de los sótanos,
dicen que al escuchar mi nombre
su presión se vuelve un lago de mierda
y que aún lleva una chaqueta que le regalé
hace más de veinte años.

Ahora, ha conseguido quemar el panel japonés
y la funda a juego lleno de caracteres que hablaban de amor
que yo misma diseñé para nuestro dormitorio.

Sé lo dijiste a ella.

No tengo miedo, que lo sepas.

Soy tu espectro.
Has sabido organizar un combate
donde los ninjas son de mi propia hemorragia,
ganas cada vez,
pero, yo volveré siempre,
como las aves migratorias,
como el verano,
como el boeing 477, origen finlandés.

Sí, aunque te joda.

Volveré siempre.

Mi equipaje son mis hijos.

Y yo ya soy un Tanaka.



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