Taciturna realidad.

Los poetas se ganan la vida como pueden,
podan árboles,
cuidan perros,
peinan a domicilio,
escriben libros,
sirven copas.
Como pueden...
llenan sillas,
dan lumbre a la luz del aula,
escriben en bonitos rectángulos azules,
se dejan la voz detrás de un micro,
porque se ganan la vida como pueden.

Montan cámaras frigoríficas,

docencia extraplana horario inconcluso,
son enterradores,
altavoces,
gallos y gallinas,
amantes y descerebrados
en sanatorios que no curan nada.

Los poetas se ganan la vida como pueden,

y a veces
la vida les gana 
a ellos.

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