Serenata seré nada.

I

Si en verdad tengo un jarrón y una lampara menos, cierto es, que un gato
no entiende de pasos a nivel ni conos de tráfico.

II

Fin de año, y tus zapatos, ni tu cinturón abrochado,
ni la pantalla de un móvil caucásico,
dormirán a mi vera, estoy feliz, no ha sucedido
absolutamente ninguna tragedia, el zepelín
volaba alegre de vino hacia las cavernas, el confetti
llovizna de papel en una serie amarilla, y todos los hornos
vomitaban hedores de grasa. 

Se rompió la junta de la culata
de una villa llamada: Es por nuestro bien.

III

Corre, ve a la farmacia 
para comprar parches.

-¿Cuánto tiempo hace que fuma?

-La necrosis poética
minaba los órganos
ciegos topos
que escarbaban conductos
al tuétano.

-Para los poetas,
lo siento, hay que vivir
sin vacuna.

IV

Este amor no es un coco es una caca,
ni un plátano, simple delicado
que alimente el desaliento.

Espetó lo de la pareja oficial
y me hizo sentir 
un soldado raso,
dispuesto a morir por él
en primera hilera de fuego.

V

Cuando me pide perdón,
tiemblo,
seguramente antes de que me haya vestido
se habrá comido todos,
sí, los hayedos

imperativos.

De hallé a dos.

VI

Le faltaron agallas
para confesar 
prefirió anudarse la lengua
y volver a sentir mi cuerpo.

VII

Nunca tropecé hasta tres veces
con el mismo cuarzo.
Y dos años correlativos.
Será que la arena de gato
volatiza los sentimientos
y que por mucho que escondamos la verdad,
la verdad es que te sigo amando.

VIII

No soy inteligente, tengo un corazón en el cráneo.
No soy gente.
Soy ente, sinequanone,
y tú mi montura preferida.

XIX

Estoy en entera actitud Llull,
limpio vómitos de felino, administro palabras a las plantas
y siempre me olvido de poner crema de manos.

Quisiera tocar la luna,
volar con table,
subir al acordeón,
mojar sellos y que las cartas se revelaran.

Andar, vivir, soñar.

Quisiera saber
la fórmula ,
contagioso para que me ame.

X

Una persona que cocina lentejas,
la niña que balancea un gato
cogido por su cola.

Los peines, botella de aceite medicinal,
tazas en aumento,
y ojos detrás de las mirillas.

Cuando majestuoso abre sus codos
y entabla dueto con la filosofía ecosistema.

Por qué su olor
me da hambre,
hambre de su sexo,
con el mentol escurridizo.

Sólo una noche, por la eternidad
de un anuncio.

De enamorar 
al hombre de hojalata.




Comentarios

Entradas populares