El índice.

A medida del paso del tiempo
noto igual que la piel mamífero del delfín
la necesidad de tener mis manos en remojo salubre.

Me estoy convirtiendo
en un eco de mi madre,
igual que lo hizo mi madre con la suya.

Un eco perdido en la cronología,
que se recupera
en hábitos heredados desde el medievo.

Un día, él iracundo,
lanzó al cubo de la basura
todos mis botes vacíos.

Le alteraba, la absurda manía,
de guardar frascos y fiambreras,
así que...sin mediar palabra poética
la sentencia del camino al vertedero.


-Por favor, no tires mis objetos.

Tú y yo somos distintos, tú no ves nada,
yo veo mi sino
y veo que está lleno de esperanza.

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