Extrañezas en el fondo de la lata.

I

El trasvase
vaso
beso
vaso
beso.

Pongamos que hablo de Varsovia.

II

Añoro la delicada cadena
que caía del techo
y me balanceaba,
ahora, que todo está en estado gravitatorio,
hay una idea que ronda
y no encuentra salida,
hay demasiados coches
que aglomerados hacen chapa en cada señal.

Dónde ha ido a parar
la cadencia
de esa mirada que incitaba
a atravesar el puente de la locura,
a ser un jacinto podado
y metido en un corcho.

Todo tiene un precio, eso me lo enseñó
la maldad de la vida.

Soy una persona que coge frío en las manos,
que toma el autobús los días de lluvia,
normal fotografía de peluquería
duermo cara a la soledad
y tengo un gato negro, cosas brujas
que tiene la estadística, 
tampoco, olvido poner la escoba detrás de la puerta,
como hacía mi abuela, y mi bisabuela,
y supongo que mis ancestros en carreteras sin asfalto.

Insano modo de curarnos,
golpeando absortos
los nudillos a la existencia de trenes,
que nunca paran de viajar
y sólo el corazón es un árbol ganzúa
que vende estrellas.

Qué necesito.

Poca cosa, una escoba, un gato y dormir
al lado de un hueco que está en traspaso.

¿Quiere dormir esta noche conmigo?




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