Lavadora de ayer.

Caminando por la urbe
con mi gabardina gris,
me preguntaba a los ojos, la gente
¿Por qué no hablas de lavadoras?
La cuestión ha llegado  hasta al enchufe
donde uno comulga con la misma red.
No se trata de voltios 
ni de trasformadores.
Y he de pedir perdón
a mis amadas electrografías del  corazón,
yo que amé hasta el delirio
mi plastificada estampa
de seres que me velaban
de día y de noche.

Soy infiel por naturaleza, y cuando salí de mi cautiverio; 
amantes de luz y amperios,
os aboqué al olvido,
simplemente empecé a ver los ojos de la gente
abrigada
con mi gabardina gris.

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