El sacrificio de pedir un barco que se quede.

Amor, pedir que uno amarre en tierra
es devolver del agua 
lo que un día fue árbol.

Es reencuentro de materia trasformada .

Tú no me reconoces.

Pero soy la rama, el tronco, la raíz
que fue verde
tras el maquillaje óleo.

Por eso, Amor, cuando muera
prende mi cuerpo
y lanza a la arcilla,

a la sal

lo que un segundo fue suyo
para descansar en paz
con la orgánica del universo.
Esta embarcación procede de una exposición
y vive sin mar en la Casa Allura del humanista y escultor Marcelo Díaz.

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