Las tres de la mañana.

Rugen los motores
de los camiones de basura
haciendo carreras
al silencio nocturno. 

Las antenas, palmera
en terraza ahora desierta,
abriendo ruta a los sueños de Eva.

Ni los perros aullando,

ni el piloto de los interruptores
con su ojo insecto
después de que la verdad
sea triturada con la basura
al amparo
de mandíbulas metálicas.

Huele mal
de hurtadillas
al vertedero.

Pero siempre un coche
con bisagras torpes
nos conduce a la fe

de cama sin muros
que acuna cuerpos
si alas,
piel
y faros sin bombilla.

Y acurrucada le abro la sábana
después del hedor
a las brechas gatas
de los huesos.

Sabiendo que hay arterias
y abrazos por descubrir.

Ll.Ll.

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