Amistad es un nombre de barco. (II parte)

  II

Jorge trae avaro mis enseres,
igual que mi fiel escudero,

y él que es un hombre receptivo
dibuja letras en la pared del comedor:
Estás más tranquila
no me colapsas el teléfono.

Esta casa no es distinta.

Yo soy diferente.

El hombre que siempre dice que lo utilizo
va colocando las cajas como en un sudoku,

Tritón que se está demorando en traer los restos del naufragio
y él no se da cuenta
que mi piel mudó en otro mecano.

III

Sí, lo percibe, pero le asustan los cambios,
esa extraña manía de que todo tiene que estar colocado en línea recta,
con posavasos y entrega todos los paquetes con tres nudos
y pegatinas con mi nombre escrito de poema.

Jorge 
que contrariedad el caos
para la neurosis de organizar una vida
sin estridencias, sin ecos, sin nada anómalo
que modifique un hábito
que no nos salvará de la locura.

Y por qué no...del amor de cachorros,
entregados a un vertedero
y que en la noche helada se arropan,
sin sexo.

Gracias por la medida justa
de nuestra relación de amistad.

Soy aditiva y tóxica,
estribillo de canción del verano.

Gracias amigo ayudante de cámara.
Gracias.
No te mofes del dolor de las heridas
que saben a sal,
el amor es, eso,
una mudanza
con sentimientos
que son muebles pesados
difíciles de bajar por la escalera
cuando no existe ascensor.

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