Me pesa todo.

Cabizbaja de vuelta a casa:
un colchón de espuma
y una nueva mundanza.

Estoy prosa cansada
como esas patatas comprimidas
debajo de una tonelada
de más tubérculos.

Es una noche de canícula,
la luna juega su mejor partido
en cancha negra
y escucho el jadeo de la gente.

Siempre he creído en el karma,
en coser bien las costuras
de mi plano de vuelo.

Pero, este fin de ruta diaria
espacialmente es fatigoso,

siempre que confío en él 
me la hace,
pero yo no voy a proceder
a enterramientos,
la culpa ha sido mía
por creer en lo que yo si daría.

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