La goma de borrar.



Nos ponían con los brazos en cruz,
pero, no aviones éramos. 
(pero, no batíamos las alas)

Un vía crucis
con bocas,
contorsionista
herradura, invertidas.

Nos ponían
y derechas como avena en barrizal,
el tirano 
prendía la manguera
e iniciaba el ocaso.

Con los brazos en horizonte,
con la cabeza sol.

Él agitaba con fuerza
con un utensilio de jardinería
sobre las pantorrillas,
los gemelos,
las juntas de las rodillas,
pero en sus manos se convertía
en saña,
en llanto.

Como espigas de trigo
con grano lágrima,
nos atizaba sin tregua,
hasta brechas rubíes
con forma de labios heridos,

sierpe tubular 
que estrangulaba,

con los vasos capilares
que sollozaban por nosotras
grabados de su sorna.

Nos miramos a los ojos,

nos reconocemos en planetas.

Sin presentaciones.

Conocedoras del color del infierno
con cada viaje de noche,

el alcohol purga
y mata verde oliva.



Y espero que nunca
vendan un billete
de vuelta.







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