LA DECISIÓN INCOMPRENDIDA.

Tulipas encendidas
pendientes de cables atorados a los pechos.

Encendidas luces
y el placer de descubrir por fortuna
un relieve contenido de mancha,
tras una vidriera de caramelo,
moviéndose a su antojo
con la galera de un fluorescente
de una cocina dinamitada 
de utensilios,
de acero inoxidable comprados en Taiwan.

A trasluz,
se ven mejor las despedidas
entre aluminios rasguños
en cementos fustigados
por acrílicas
que sólo desean
ocultar los meses.

El tiempo, dicen, que pone cada uno en su sitio
y este silencio que se mueve
aboca a la locura de gritos desmesurados
que opone su sentencia.
Aún recuerdo que la visita
en todas las tazas, las cucharas, los calcetines,
en el color morado de los taxis
viajero de una espera.

Maldita fe,
la que me ase desde niña
con mi brazo a jarra,
de pensar que del leño
más enjuto,
nace lágrima resina,
pequeña raíz cabello,
hojita de chicle
para mi sed.

Y te estuve observando
de noche
tras la penumbra del cristal
como te movías
igual que una danza de tránsito.

Sabiendo el significado del desprecio
y asumiendo los parches de nicotina
de una pena cigarra.

Mientras todos los planetas viraban,
las aves dormían en lecho pluma,
mientras la gente hablaba con cigarros en manos prietas,
en los segundos
que nace una estrella
y muere supernova.

Mis zapatos se descalzaron,
los pies prosiguieron la marcha
del que decide por el otro.


Y vi al cisne negro
como me decía adiós.

Comentarios

  1. No entiendo quién no comprende o no comprendió, ¿tú o él?

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  2. Oníricamente hablando ella. Julito no des por hecho que soy yo. :)

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