La luz alada.

I
Acaso no entiende usted
que en cada poema
su nombre se esconde
en iniciales codiciosas,
que estratégica escondo
por tener prohibido
alterar el silencio.

Que hablo a guiños
igual que las pestañas
que peinan la córnea lunar,
lunar de tu confín que recorrí
voraginoso
con la nutria de mi lengua,
vértebra a vértebra.

II

Por muy quieto que esté el topo
trae esta corriente arcillosa
en forma de llovizna
jadeo latente
con acordes vesicales,
con gusto a azafrán y un poco de arroz melancolía.

Huye que esto nace en mí,
sepa usted
que hago miles de kilómetros
a nado,
meditación,
trabajo con rosaledas de horarios y redes de bus de línea,
alcohol y sexo fácil
como el que mete una moneda
a esas tétricas máquinas
que por un euro
te abastecen con un paquete de cacahuetes.

Pero, si moraste en el Tibet
ahora en tierra mojada
el olvido sólo será efectivo
con injertos de tulipanes
en los viveros de mi zona cero,
justo,
en el corazón,

Como fe
arrancada
para vivir sin piernas.

III


Expulsada del casino,
en mi silla de ruedas
he aprendido subir las cuestas,
porque aunque duela la amputación
de haber sido uno,
y ya jamás serlo,
soy feliz,

la admisión de extraviar
por mi egoísmo
lo que no supe amar sin retener:

Verso sorbe sobre beso y su solitaria r.





Comentarios

  1. Hay olores que no salen fácilmente.
    Se necesitan lustros de raspar con ganas.

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  2. ¡Me encanta como escribes!
    Gracias por compartir, Lluisa.
    Besos.

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  3. Muchas gracias Julito, me encantan tus replicas y muy agradecida Luisa.

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