RE-VISIÓN

Samira está cansada
no puede evitarlo, arrastrar sacos de piedras
agota a cualquier ser humano,
y más si son en forma de pena,
el haber dejado a sus hijos para salvar su vida,
y sin embargo, el vivir sin ellos la está matando.

Hace tiempo que un pequeño huevo de perdiz
le asomaba con descaro,
era un tercer ojo que ha ido aumentando
y tímido a veces se asomaba al espejo
cuando Samira volaba hacia la luna,
se encogía acurrucando sus senos,
y al soltar el aire aparecía esa burbuja insolente que la miraba.

Ahora le harán una resonancia,
y el sabor de la anestesia a vuelto al paladar,
el reverberar espada gótica en un esófago
y tantas inclemencias de hospital de provincia.

Ella, no tiene miedo, su parte benévola
piensa que es un ganglio rebelde
henchido de tantas rabietas,
como el grano adolescente en primavera.

Pero luego su parte realista, piensa que mal vive
comiendo hamburguesas de escombros
y se ha expuesto demasiado a la radioactividad
del sufrimiento.

Samira sabe que alguna guerra tendrá que perder,
no le apetece en absoluto una operación,
teme el desconocimiento de quién la va a cuidar,
por eso mandó un burofax a su amigo,
pero él es hipocondríaco,

el problema real, es que dejó crecer el huevo,
ahora de gallina,
esperando que naciera un polluelo
de demasiadas ilusiones truncadas,

sólo desea paz y prepara
como una termita los momentos.

Tal vez según el resultado
tardará en volver a bailar.






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