UN ROLLITO DE PRIMAVERA.

El amor de la vida
de uno
mora
ensimismado.

Y se siente
como el caniche
diabético
y de calvas
detrás
de un Audi
con ladridos
que suenan
a silbatos
nocturnos.

El amor no tiene
eso
vida,
es un despropósito
en un tejano
en forma
de mancha
de lejía.
 
Ya puedes
tocaya
buscar
un corazón
que ni con las manos teñidas
de azul
lograrás
enmarcarlo.

Sí,
me has dejado
por un partido de fútbol,
por la reuníon de trabajo,
por la chica de las trenzas rojas,
por tu madre
y porque te dió la gana.


Y esta mañana
amanecía
mutada,
me había convertido
en una muchacha oriental,
era china
y trabajaba en un kiosko
vendiendo
chicles de olvido
a 0.50 céntimos.

Suspiré
en carácteres Han
y admití
ser encinerada
lejos de las fábricas,
la muralla de tus ojos
y un té
en un tapón de plástico.

El amor de la vida
tenía los días
contados
en el buffet libre
del querer.

Xiè xiè.              Lluïsa Lladó.


                                        

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