LA GRANDEZA DE LAS PEQUEÑAS COSAS

La humildad es la cena predilecta,
dos hogazas
con la rúbrica
en aceite de oliva.

Sal
sobre la firma
y el tomate
a ruedas.

Lo aprendí hace lustros
cuando el esmalte
despareció de mis uñas.

La cara lavada con jabón de coco
aprendiendo
a dormir de pie
como los elefantes.

Y a lustrar los colmillos
con pañuelos reciclados.

La sencillez
del silencio
en un vaso de vino,
aceitunas pardas
y libro de poesía,
felicidad.

A comer en los bordillos de la acera,
sonrisa,
indistintamente,
buena o mala
al enemigo.

Pasear mis peces
en la orilla
y crecer en el Mediterráneo.

Hablar en el vagón
con la gente
del tiempo:soledad
y amarrarme fuerte
en el metro.

Aprendí a tener mucho
con menos.

A compartir bolsas
en el supermercado,
degustando
el fuet
con una señora paquidermo.

Y no olvido
y no olvido,
mi memoria
sigue
intacta
con menos maquillaje.

A quitarme el corpiño
de la moral
y el lenguaje 
gangrenado.

Soy elefante
en busca y captura,
africana,
india,
que morirá
donde rugen los leones. 

Sin olvidar
que no olvido
como morir.

Dejadme
en estampida
desfallecer
bailando
sobre la cuerda
floja.

Mientras
mis manos
abrazan
el pan
amb
oli
i
sal
amb
all-i-oli
illa.








Comentarios

  1. La locura de ir descubriendo la sencillez... la sencillez de ir recordando las cosas buenas... como el silencio, el pez en la orilla, oler la naturaleza... todo muy muy bueno...

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